domingo, 6 de noviembre de 2011

Juventud en extasis

el noviazgo
el noviazgo bien llevado puede ser digno para el hombre y para la mujer. Suele avanzar en forma natural a un proceso de caricias intimas, cuando enferma puede caer en confusion sexual o decepciones amorosas mas o menos profundas.el noviazgo es un compromiso moral de trato afectivo, fidelidad, ayuda y respeto reciproco concertado entre dos exelentes amigos de sexos opuestos.
EL NOVIAZGO es una promesa temporal que de mutuo acuerdo puede romperse en cualquier momento.
Haber jovenes es necesario que ahora que estamos en la adolecencia comencemos a  experimentar reacciones de estimulos que no conocemos.
al mismo tiempo nos damos descubrimos la existencia de ideas, anhelos y sentimientos exclusivos para compartir con una pareja del sexo opuesto.
ni los padres, ni los hermanos, ni los amigos mas allegados pueden participar en estos sentimientos.
Los jovenes necesitamos el noviazgo.

SEXO POR AMOR
LOS ERRORES DEL NOVIAZGO.
Las estadísticas de divorcios en nuestra época son cada vez más alarmantes. De cada tres matrimonios fracasan dos. Es un aspecto en el que todo joven “enamorado” debe detenerse a meditar profundamente. Sin protestar. Escuchando. Haciendo a un lado la orgullosa creencia de saberlo todo y dejando de racionalizar sus actos, porque tristemente, con frecuencia, se ve a esos muchachos, antes tan seguros de su noviazgo, desdichados y envueltos en un matrimonio asfixiante después.
En América Latina el promedio de edad matrimonial es de veintiséis años y el de mortandad de sesenta y nueve; así que el individuo común pasa casado los cuarenta y tres años más productivos y útiles de su existencia. Nadie debe correr el riesgo de elegir mal a la persona con la que ha de cohabitar durante todo ese tiempo.

¿Pero qué ocurre en la realidad?
Gran cantidad de varones se unen enajenados por esa atracción sexual tan poderosa, sabiendo que, en el lecho nupcial, ya no tendrán que reprimirse, y muchas mujeres se casan por la seguridad que garantiza ese nuevo estado civil. Pero ambos se equivocan en el frugal intercambio.
Al conocer cónyuges dispares, no podemos evitar pregun¬tarnos: ¿cómo fue posible que se unieran de por vida para formar un hogar?
Los esposos argumentan: “Mi marido se ha descompuesto mucho”, o “Ella ha dejado de ser como era”. ¡Craso error! ¡Garrafal mentira! La gente no suele adquirir rasgos negativos, o positivos, por el hecho de casarse. El genio y figura no nacen en la boda. La persona ya era así antes. Lo que ocurre es que no se percataron. Cientos de personas frustradas, con lágrimas en los ojos, suelen preguntarse: ¿cómo fue que no me di cuenta a tiempo?, ¿de qué manera me dejé engañar…?

 LOS  MALOS MATRIMONIOS SON PRODUCTO DE LOS MALOS NOVIAZGOS.

LOS DOS ERRORES DEL NOVIAZGO

PRIMER ERROR:  Idealización
Pocos fenómenos son tan usuales en la mocedad como los espejismos del amor. Tal vez llegues a casarte creyendo que estás enamorado, como los peregrinos del desierto que, hambrientos y sedientos, pueden llegar a convencerse de que a unos metros hay un oasis o un pueblo. Ves un espejismo cuando idealizas. Has perdido los estribos por alguien que ni siquiera conoces bien, lo miras acercarse y sientes cómo te flaquean las piernas y te tiembla el corazón. Ves al príncipe o a la princesa de tus sueños encarnado en esa persona, pero sólo se trata de una creación tuya; le atribuyes cualidades y virtudes que por lo común está muy lejos de tener; quisieras que fuera como lo has imaginado y te empeñas en que es así, pero todo lo has inventado tú. Si detectas el error racionalizas diciendo que tú te encargarás de cambiar esos pequeños defectos, pero nadie debe pretender cambiar a su pareja.

No es cierto que en algún sitio recóndito hay para ti un compañero exacto, una pareja única, una media naranja. Estas ideas son poesía, romanticismo impráctico. Miles de personas viudas logran un segundo matrimonio feliz. El amor verdadero no se crea a solas ni se da porque sí. Se construye entre dos personas afines y maduras que se conocen y se aceptan como son. Se afianza con el servicio, con el constante deseo de darse sin condiciones, y crece permitiéndole a ambos independencia, libertad, autonomía. Encontrarlo no es pues sacarse la lotería. Hay que luchar por él. El amor se siembra, se riega, se cultiva y se cosecha. El que no esté dispuesto a trabajar no lo tendrá nunca. Así que ten cuidado si supones que mágicamente Cupido está tocando las puertas de tu corazón. Tal vez se trate de una idealización, de un espejismo… Y créeme, no hay nada más doloroso que despertar a una realidad terrible cuando es demasiado tarde. 

SEGUNDO ERROR: Premura pasional
A este yerro juvenil se deben la mayor parte de los fracasos matrimoniales. Es el que acaece en los “noviazgos superficia¬les” , donde no hay idealización pero sí una gran urgencia de ser querido y admirado. La relación se da con premura, con apasionamiento vano, basándose en aspectos aparentes. Te gustó físicamente y emprendes la conquista de inmediato. Este tipo de vínculo es agradable por peligroso. Cuanto más rápido, más riesgoso. Es como montar un caballo: no hay emoción al ir paso a paso sobre el lomo del corcel; lo excitante es galopar, sentir el peligro de la velocidad.
La mayoría de los anuncios de televisión nos muestra una escena de enamoramiento instantáneo: aquél se unta cierto jabón en las axilas, ese otro se espolvorea talco en sus zonas pudendas, ésta se mete en unas pantimedias, aquélla disimula su mal aliento con un enjuague bucal y todos, al instante, hallan un extraordinario compañero que daría su vida por ellos. Este concepto de superficialidad se está convirtiendo en nuestro estilo normal de noviazgo. Algo excitante de momento, pero hueco. Si te agradan los deportes peligrosos o disfrutas arries¬gando tu integridad, esta forma de romance te dará lo que buscas; pero si deseas una relación constructiva que, lejos de dañarte, te beneficie, tanto si perdura como si no, evita la premura pasional a como dé lugar, identificándola.

Un noviazgo destructivo puede identificarse por tres características básicas:

a) Está basado en los atributos físicos.
Si tu pareja cambia a un peinado o ropa que no es de tu agrado y por ese simple hecho sientes que la quieres menos, si te gusta demasiado lucir ante otros su belleza, o si por el contrario prefieres evitar reu¬niones sociales en su compañía para evitarte la vergüenza de que te vean con alguien no muy favorecido, significa que tu amor es falso. El físico no durará toda la vida. Hazte las si¬guientes preguntas y contéstalas con honestidad: Si tu novio o novia sufriera un accidente que le produjera una irreparable y fea marca, ¿tu amor no sufriría cambio alguno? ¿De qué es exactamente de lo que estás enamorado?, ¿de la fruta o de la cáscara?

b) Viene acompañado de una gran impaciencia sexual.
Tienes constantes deseos de besar, abrazar, sentir la cercanía de ese cuerpo cálido. No concibes una entrevista en la que sim¬plemente platiques o convivas; la razón principal y única de estar a su lado es encenderte con sus besos, pedirle que te re¬cuerde cuánto te ama, decirle que tu amor es infinito una y otra vez. Este acercamiento inevitablemente te llevará a avanzar de forma veloz en la relación sexual, y aunque el sexo no es malo, como tampoco lo es la atracción física, la atracción basada en ellos se terminará en cuanto el cuerpo se satisfaga. Apréndelo muy bien: una señal inequívoca de que se trata simplemente de un apasionamiento es que se tiene una gran urgencia de caminar aprisa, de intimar físicamente a la brevedad posible.

c) Se presenta con exceso de celos y búsqueda de control.
“¿Dónde anduviste ayer? ¿Por qué no me llamaste por teléfo¬no? ¿Con quién hablabas en la calle esta mañana? ¿Por qué no me avisaste que ibas a salir?” Son algunas de las muchas pre¬guntas que te hace una persona que quiere manipularte por sentirse con derechos sobre ti.
El verdadero amor no requiere ese control. No asfixia. No quita la libertad jamás. Nadie es dueño de su pareja. Ni aun los casados.
Si tu noviazgo ha sido rápido, lleno de emociones encontra¬das, si surgió como una explosión, si está basado sobre todo en el fuego corporal, si te exige una constante confirmación de que eres amado, haz una pausa para reflexionar. Ese tipo de relación es como un narcótico poderoso, te impide una visión objetiva, te hace suponer que has hallado a la persona adecuada cuando no tienes frente a ti más que a un individuo común y corriente con el que te será imposible intimar a largo plazo.
El amor real no lleva prisa y está basado en el conoci¬miento profundo de la otra persona; en la aceptación total de sus virtudes y defectos.
¿Cuánto conoces a tu enamorado? ¿Sabes cómo reacciona bajo presión? ¿Cuando está furioso grita, llora, golpea, rompe cosas, azota puertas, se va? ¿Es trabajador? ¿Es tenaz? ¿Orga¬nizado? ¿En apariencia su recámara se ve muy bien y debajo de la cama o dentro del armario oculta su verdadero caos? ¿Qué clase de relación tiene con sus padres? ¿Es hogareño, fiel a los suyos o es rebelde y creador de conflictos? ¿Sabes que inevi¬tablemente el mal hijo resulta después un mal padre? Los patrones de conducta familiares se repiten involuntariamente siempre. ¡Despierta, por lo que más quieras!
Tal vez si conocieras en verdad a tu novio o novia te darías cuenta de que no lo amas. Que no puedes amar a alguien así. Tal vez estás cometiendo el error de la idealización o de la premura pasional. Detente a pensar y analiza tu vida ¡AHORA!


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